Una vez soñé que había pintado el cuadro más bonito del mundo, que los colores en él no podían congeniar mejor entre ellos, que los trazos eran perfectos respecto al conjunto global de la obra, que una mujer, la mujer más bella del mundo, salía como de la nada encima de una concha, que unos ángeles la protegían con esmero para cuidarla, un manto rojo protector cubriría su bello cuerpo entre un mar y un bosque.

Una vez soñé...


... y la ficción era la realidad.

El cuadro no necesitaba ser pintado, los ojos hacían ya ese trabajo.


(Boticelli, "El nacimiento de Venus")