Hoy va por mis discos, sí señor! Después de meses intentando aplazar la llegada del fatídico día, no pudo evitarse y llegó. Llegó en forma de digipack (por si alguien se pierde, wiki), precioso, con un diseño muy cuidado, pero como suele ser costumbre, más grande de lo normal en su canto, y cundió la tragedia. No caben más discos!! No es posible, no!!! Y ahora qué hago? les dejo por el suelo, los amontono en pilas por la estantería?... dejo de comprarme discos y de recibir? Juas! Esta opción fue la única que ni me planteé claro está.

Pero se había ido previendo este acontecimiento, que si cajones para almacenarlos, que si métodos alternativos (Ejem, aquí bien usado) para su conservación... por desgracia todo caía en saco roto, ninguna solución era plausible, sólo quedaban dos vías, o dejarlos que la mierda los deteriorase por la estantería desordenados, o pegarse un tiro. Vamos, aquí tampoco había duda, la primera opción se descartó en seguida, la segunda... costó más, juas!.

Y vino la inspiración, profunda, sesuda, de las que sólo se les ocurre a los genios, y de vez en cuando a los idiotas que quieren ser uno de estos últimos, véase un servidor. Coño!! Pues pon la misma estructura en algún sitio de la habitación... Tremendo, la cabeza había despertado de años de letargo para brindar una de las pocas ideas que bien merece darse unas palmaditas y decir, claroo, cómo no se me había ocurrido antes... Pero heme aquí, que la habitación, al igual que los maravillosos pisos de 30m2 o los palacios residenciales de un oficinista japonés, no tiene ningún recodo sin usarse... Mi gozo en un pozo... Al parecer, la cabeza tenía su día, quería demostrar el porqué estaba más arriba que las otras partes, demostrar su hegemonía, y por qué no, demostrar su valía. Tío, tira el perchero y pon tres estanterías ahí...

Desde ese momento glorioso, la cabeza ha pasado a otra liga, engreida como ella sola tras semejante ejercicio de lógica, ya no hay quien la tosa. El perchero, pobre de él, ha sido mandado a tomar vientos, mientras que el proyecto de ampliación del Escorial, digo de los cedés, sigue en marcha. Ahora ya sólo falta la respuesta del ayuntamiento en cuestión, materializando la obra en una visita a ese almacén donde los suecos son transportados por cigueñas.

La colección sigue, sí señor, ninguna barrera, o perchero, podrá impedir su crecimiento.

Vivan los discos!