Cuando transformas tu email con tu nombre quasi oficial se quema una etapa. Hay que mirar más allá dicen, hay que ir más lejos de tu nariz. Así hay que hacerlo, es cierto. Escribe breves líneas al viento, o en tu mente, pero escríbelas. Plasma lo que piensas, que quede constancia de que alguna vez pensaste, de que fuiste joven.

No tengas miedo a envejecer, sólo a envejecer mal. Hoy no tienes los mismos deseos que ayer. Ves supérfluo lo que ayer adorabas hacer y a lo que destinabas todo tu tiempo. Quieres que pase este para vivir y no para perderlo. Adoras sentimientos que nunca habías pensado adorar, cuentas con unas personas a tu lado como si fuesen parte de ti, nadie las puede tocar sin tocarte a ti; tú la proteges como si fuese tu bien más preciado, y es que no te falta razón, es tu bien más preciado. Quieres que pase todo, quemar etapas, vivir viviendo sin pensar que es redundancia lo que piensas.

Hay días en que modificas el email y ves todo lo que has cambiado. No lloras, ríes. Por todo lo que has conseguido, por todo el cariño que tienes a tu lado. Agradeces siempre con una mano, con una sonrisa, un beso, un chiste, incluso una foto, todo lo que debes a la gente que quieres.

Hay días en que sí, está bien cambiarse el email y mirar adelante. Seguir pensando en que se es joven, en que hay cazadores cazando a tu lado, en que el hielo se derrite porque sabes cómo entenderlo, en que la sonrisa de alguien se despierta contigo.

Hay días en que sí, lloras escribiendo algo.

Hay días... en que un email te dice que te has vuelto mayor.


(Pablo Picasso, "Viejo con guitarra", 1903)